martes, 2 de septiembre de 2025

Platón: ¿un feminista socio-constructivista o esencialista?

En este texto se realiza un ejercicio especulativo: tomar a un filósofo clásico, Platón, y explorar qué posturas podrían derivarse de su filosofía respecto a temas contemporáneos relacionados con el feminismo, los roles y la identidad de género. Con ese propósito, se contrastarán sus ideas con dos corrientes feministas actuales de gran influencia: el feminismo socio-constructivista y el feminismo esencialista o de la diferencia. Lo que se busca no es afirmar que Platón fuera feminista —término inexistente en su tiempo—, sino aprovechar su pensamiento para enriquecer debates filosóficos actuales. El resultado será, por un lado, una diversificación de perspectivas y, por otro, una valoración de los antiguos a la luz de nuestras concepciones ético-políticas contemporáneas.

 Antropología y filosofía política de Platón

El texto de Platón que tomaremos como referencia es La República y otros diálogos anteriores como el Menón, o posteriores como el Fedro y el Fedón.

Platón sostiene que el alma, en su estado puro, es esencialmente racional e inmortal. Cuando se encarna en un cuerpo, adquiere dos facultades adicionales: la parte concupiscible (deseos, placeres, necesidades corporales) y la parte irascible (cólera, defensa de lo justo). La virtud consiste en que la razón gobierne armoniosamente sobre estas dos partes. Tras la muerte, el alma se libera del cuerpo y de estas facultades irracionales, conservando solo su naturaleza racional. Ahora bien, si el alma no ha logrado llegar al estado superior de su evolución, entonces reencarnará en otro cuerpo, pudiendo traer consigo apegos de su vida pasada. El alma, por tanto, es separable del cuerpo e inmortal, puede desarrollar apegos en sus vidas pasadas que se reflejan en su vida presente.

En La República, Platón diseña una sociedad ideal organizada como una república meritocrática. La sociedad se divide en tres clases según el tipo de alma predominante:

Productores: almas en las que domina la parte concupiscible. Se dedican a actividades económicas (artesanía, agricultura, comercio). Tienen derecho a la propiedad privada.

Guardianes: almas con predominio de la parte irascible. Son soldados y defensores de la ciudad. No poseen propiedad ni familia.

Gobernantes: almas regidas por la razón. Son filósofos-reyes, educados rigurosamente. También carecen de propiedad y familia, y dependen del Estado.

La asignación a cada clase no es hereditaria, sino el resultado de un proceso educativo riguroso. Lo crucial es que hombres y mujeres tienen las mismas posibilidades de acceder a cualquiera de estas clases, incluidos los cargos de gobierno y el ejército. Platón argumenta que las diferencias físicas no implican diferencias en las capacidades del alma racional, que es idéntica en ambos sexos. Además, en las clases superiores (guardianes y gobernantes), la familia tradicional se elimina. Las mujeres tienen hijos, pero estos son criados colectivamente por el Estado. Esto evita lealtades particulares y fortalece el amor a la polis. Las mujeres, por tanto, no están atadas al rol de cuidadoras ni al hogar, lo cual rompe con la estructura patriarcal ateniense. Solo la clase productora conserva la familia y la propiedad. Los hijos que no alcanzan el nivel educativo necesario son relegados a esta clase. La sociedad platónica es, así, meritocrática en las élites, con una fuerte intervención estatal en la educación y la reproducción.


Distinciones clave en los asuntos de género: roles, identidad de género y transexualismo

En este texto, por cuestiones de espacio y para no complejizar las cosas, se adoptará un marco binarista, es decir, la idea de que hay dos sexos y dos géneros: masculino y femenino. Con todo, no hay que olvidar que la corriente socio constructivista considera que puede haber más de un género que no se corresponde con el binarismo ya mencionado. Es importante también hacer ciertas distinciones clave antes de entrar a describir las dos posturas feministas relacionadas aquí, son las siguiente:

Sexo biológico: características físicas y genéticas asignadas al nacer.

Roles de género: comportamientos y expectativas sociales asignados según el sexo al nacer (por ejemplo, “las mujeres cuidan”, “los hombres lideran”).

Identidad de género: el sentimiento interno de ser hombre o mujer. Muchas personas, además, sienten congruencia entre su identidad de género y su sexo biológico, por lo que a un cuerpo femenino corresponde una identidad femenina y lo mismo ocurre con el cuerpo masculino. A las personas que sienten esta congruencia se les llama cisgénero.

Transgénero: persona cuya identidad de género no coincide con su sexo asignado al nacer: cuerpo masculino – identidad femenina, cuerpo femenino – identidad masculina.

Transexual: persona transgénero que experimenta, además, disconformidad con su cuerpo, por lo que puede buscar una transición física.

Es importante notar que la identidad de género no requiere necesariamente disconformidad corporal. Alguien puede sentirse mujer, teniendo cuerpo de hombre, sin querer cambiar su cuerpo. Asimismo, no toda persona que modifica su cuerpo es transexual: la transexualidad está ligada a la identidad de género, no a cambios corporales por razones de estética o salud, por ejemplo. 

El debate central entre feministas actuales gira en torno a si el género es una construcción social o una expresión de una esencia biológica, tal y como veremos a continuación.


Feminismo socio-constructivista vs. feminismo esencialista

Para distinguir ambas posturas, será útil formular tres preguntas clave:

a. ¿Los roles de género son todos asignados o hay algunos que son naturales?
b. ¿La identidad de género es algo con lo que se nace o es algo que se adquiere?
c. ¿Las personas que cambian de sexo por razones de género lo hacen porque nacieron con esa necesidad o porque fue adquirido?

Dependiendo de la respuesta que se de a cada una de estas preguntas, se podrá catalogar la postura como socio-constructivista o esencialista.

Feminismo socio-constructivista: a) sostiene que las diferencias biológicas no determinan ningún rol. Hombres y mujeres son iguales en capacidades intelectuales; las diferencias de comportamiento son producto de la cultura. Si las mujeres fueran criadas como hombres y viceversa, se comportarían como tales. b) La identidad de género, en este marco, es construida socialmente según el sexo asignado al nacer, pero puede cambiarse o elegirse. No se nace con una identidad de género, sino que se la construye. c) El transgénero sería alguien que elige o desarrolla una identidad distinta a la asignada. En este enfoque, el cambio corporal por razones de género queda al arbitrio de la voluntad individual.

Feminismo esencialista o de la diferencia: considera que las diferencias biológicas sí determinan ciertas diferencias entre hombres y mujeres, no solo físicas, sino también en percepción, empatía, preferencias y roles naturales. Aunque las mujeres deben tener derechos plenos (trabajo, educación, protección), su liberación no consiste en negar la femineidad, sino en ser aceptadas como son. a) La maternidad y el cuidado son roles biológicamente arraigados que no pueden ser completamente neutralizados por la educación. b) La identidad de género emerge del cuerpo: sentirse mujer es inherente a tener un cuerpo femenino. c) El transgénero, entonces, podría interpretarse como una patología o un error de identificación. Las mujeres trans no son consideradas verdaderamente mujeres por muchas feministas esencialistas.

Ambas corrientes parten de logros ya conquistados por el feminismo (educación, trabajo, derechos), pero discrepan, como puede verse, sobre el estatuto delas mujeres trans: las esencialistas las excluyen, mientras que las constructivistas las reconocen plenamente.


Conjetura de la postura de Platón sobre los temas de género

El concepto de "género", tal como se entiende en los movimientos feministas de hoy en día, no existía en tiempos de Platón. Por lo tanto, lo que aquí se hará es conjeturar lo que él pensaría sobre esos asuntos, pero no de cualquier forma, sino derivándola de su filosofía. Se analizarán los tres aspectos recogidos en las preguntas del anterior apartado: a) asignación de roles según el sexo, b) identidad de género y c) actitud hacia el transgénero y transexualismo.

a) Asignación de roles: Platón estaría de acuerdo en eliminar los roles de género basados en el sexo. No hay tareas que por naturaleza correspondan solo a hombres o mujeres. Lo que importa es la capacidad del alma, no el cuerpo. En La República, defiende que mujeres y hombres deben recibir la misma educación y competir por los mismos cargos. Las diferencias físicas no implican diferencias cognitivas. Por tanto, los roles de género son culturales, no naturales, lo que lo acerca al feminismo socio-constructivista.

b) Identidad de género: El alma platónica, en su estado puro, es inmaterial y asexual. No tiene género. La identidad de género, si existe, surge en algún momento de su unión con el cuerpo. ¿Pero de dónde surge esa identidad? Hay dos posibilidades de interpretación: i) surge del cuerpo (esencialismo); ii) es producto de la socialización (constructivismo). Ambas interpretaciones son posibles dentro de la filosofía de Platón. Es importante recalcar que Platón desconocía las distinciones mencionadas más arriba y nunca se planteó preguntas más allá de los roles de género. Sin embargo, que desconociera esas distinciones, no significa que no existieran identidades de género en su tiempo y lo que aquí se intenta es ver cómo las habría entendido a la luz de su filosofía. Veamos, entonces, las dos interpretaciones.  

Si la identidad proviene del cuerpo, entonces sentirse hombre o mujer sería una consecuencia directa de tener un cuerpo masculino o femenino. Pero esto entra en conflicto con la doctrina de la reencarnación defendida por Platón: si un alma que habitó un cuerpo femenino reencarna en uno masculino, ¿cuál identidad predomina? Si el alma genera apegos, podría conservar la identidad de vidas pasadas, creando un conflicto entre la identidad corporal presente y el apego pasado. Habría que ver entonces qué surge de ese conflicto, si se da una mezcla de identidades, si predomina la actual sobre la pasada o viceversa y por qué razones, si hay alternancia, etc.

Si la identidad de género fuera una construcción social, en la República ideal no se enseñaría. Todos serían educados como ciudadanos sin género. Cualquier sentimiento de ser hombre o mujer sería un apego residual de vidas anteriores en sociedades no ideales (sea transgénero o cisgénero). En una sociedad donde no se inculcan este tipo de identidades, no existen. Ahora bien, si el alma proviene de una sociedad en la que sí se inculcan, es posible que desarrollara un apego hacia alguna de ellas. Y no importa si esa identidad es congruente con el cuerpo masculino o femenino de su vida actual, ese apego sería algo que debería trabajarse, la persona debería buscar desligarse de esa identidad sea cual sea. Eso es lo que parece derivarse de la doctrina platónica. Por supuesto, si el alma al reencarnar se encuentra en una sociedad que cultiva la identidad de género, se podrían presentar problemas semejantes al mencionado en el párrafo anterior. Si en la vida pasada se produjo un apego por una identidad femenina y en la actual se le inculca una masculina ¿cuál predominará?

c) Actitud hacia el transgénero y transexualismodependería de si toma una actitud esencialista o constructivista.

En el primer caso, el transgénero sería visto como alguien con un alma que conserva un apego de su vida anterior, de manera que se identifica con el género de su cuerpo pasado, que no corresponde al del cuerpo presente. Tendría que ser un apego bastante fuerte, ya que se impone al que emerge del cuerpo presente. Platón entonces recomendaría un trabajo para dejar atrás el pasado y de esa manera la identidad del cuerpo actual predominaría, como debería ocurrir normalmente. Por otro lado, modificar el cuerpo presente para alinearlo con la identidad de la vida pasada no sería una buena solución, porque lo que hace es reforzar el apego en lugar de eliminarlo.

En el segundo caso, suponiendo que se estuviera en una sociedad ideal, se vería tanto al cisgénero como al transgénero como alguien cuya alma continúa apegada a una socialización pasada. Si la identidad de género es un producto social, sentirse hombre o mujer, no importa el cuerpo, indicaría que el alma aún no se ha liberado de lo que adquirió en la vida pasada. Y cambiar el cuerpo actual para satisfacer los apegos de una vida pasada sería, de nuevo, reforzar ese apego. Lo ideal sería desapegarse. Al hacer eso la necesidad de cambiar el cuerpo actual desaparece. 


Semejanzas y diferencias de Platón con la teoría socio-constructivista

Suponiendo que Platón hubiera defendido la tesis de que el género es una construcción social encontraríamos en su filosofía otros elementos que parecerían acercarlo al socio constructivismo. En efecto, Platón niega que el cuerpo determine el rol social o la capacidad intelectual. Defiende la igualdad educativa y elimina la familia tradicional en las élites, liberando a las mujeres de los roles de cuidado y la subordinación al varón. 

Sin embargo, no defiende la libertad individual ni la autodeterminación del género. Su proyecto es homogeneizador. Elimina los roles de género y los sustituye por los roles según el mérito. Considera cualquier identidad de género como síntoma de apego a una sociedad imperfecta. No es un defensor de la libertad. Al contrario, la restringe para garantizar la estabilidad del Estado, cortando así con la diversificación de formas de ser y de sentir. Nada más alejado del proyecto socio constructivista.

Y las diferencias podrían profundizarse más si aceptamos que el feminismo socio constructivista es también materialista, lo cual implica no sólo que rechaza la inmortalidad del alma, sino también la reencarnación. El socio constructivista considera que el género no emerge de la biología no porque el alma sea independiente del cuerpo, sino porque el cerebro, siendo biológico, es un órgano dúctil, plástico, que puede construirse y reconstruirse de muchas formas dando origen a diversas identidades.

Con todo, no se ha perdido el tiempo con esta suposición. Aunque Platón no pueda ser considerado un feminista socio constructivista en el pleno sentido de la palabra, hemos encontrado una nueva variante dentro de esta corriente. En efecto, aquellos que aún creen en el dualismo alma y cuerpo al estilo Platón pueden sostener no sólo que el género es una construcción social, sino que podemos abandonarlo, incluso aunque el alma se encuentre habitando un cuerpo, porque en su estado puro, esta carece de ese tipo de identidad. Y en la medida en que el platonismo es una de las raíces del cristianismo, esta visión socio constructivista podría llevar a la consecuencia (quizás no tan escandalosa) de que todo aquel que busque a Dios debe dejar atrás su identidad de género.  


Semejanzas y diferencias de Platón con el feminismo esencialista

Si Platón dijera que la identidad de género emerge del cuerpo, compartiría con las feministas esencialistas la idea de que el cisgenerismo es la normalidad y el transgenerismo una anomalía. También compartiría la idea de que la mayoría de los roles de género son socialmente construidos e impuestos y que pueden ser cambiados. Y hasta ahí llegarían las semejanzas.

El esencialismo es también materialista. Por esa razón considera que el alma emerge del cuerpo y no subsiste sin él. Esto no sólo significa que no cree que el alma sea inmortal y que reencarne, sino también que no existe un alma que no tenga identidad de género (en esto el esencialismo coincide fuertemente con la filosofía de Aristóteles). Además, mientras Platón achacaría el transgenerismo al apego de una vida pasada, las esencialistas lo atribuirían a algún desorden psicológico o psiquiátrico.   

Las esencialistas son también defensoras de la libertad de ser dentro de la feminidad y están en contra de la opresión. Esto, como ya vimos, choca fuertemente con la visión de Platón de una sociedad ideal. Con todo, también aquí es posible abrir la puerta a un tipo de feminismo esencialista de corte dualista que sostuviera las mismas tesis del Platón que hemos presentado en esta última parte. Así queda demostrado que el ejercicio de hacer participar a los filósofos antiguos de discusiones contemporáneas puede rendir sus frutos no sólo explicativos, sino creativos. 

GERMÁN VALENCIA


Estimado lector. Si vas a usar este trabajo cita su fuente. Este artículo fue escrito por Germán Alberto Valencia Guzmán. Filósofo de la Universidad Nacional de Colombia. Magister en Educación con énfasis en lenguaje de la Universidad Externado de Colombia.