domingo, 7 de noviembre de 2010

Hegel, la ciencia y la filosofía analítica

Para Hegel “Ser” expresa un concepto generalísimo y su opuesto es “no Ser”. Probablemente, con la expresión “ser” Hegel se refiere a la existencia y con “no ser” a la no existencia. En la medida en que la totalidad es, la realidad es, existe, lo opuesto a esa totalidad será la nada. Esta parte de la filosofía de Hegel no es, sencillamente, comprensible en la filosofía analítica por un simple hecho: primero, la existencia no es, para dicha filosofía, una propiedad y, por lo tanto, no se puede tratar como un constituyente de los individuos o de la totalidad. Segundo, porque la noción de totalidad como Hegel la entiende entraña contradicciones o paradojas insalvables. Por esa razón casi todas las afirmaciones de la lógica hegeliana carecen de sentido para la filosofía analítica. Si se trata de lo más fundamental, lo más fundamental, para la filosofía analítica, es el concepto de propiedad y el de individuo. Pero entre las propiedades no entran “existe” ni “ser.” Así, pues, "la Ciencia de la Lógica" de Hegel se perdería en aquellas partes en las que trata del ser, del fenómeno, de la esencia, etc. En la filosofía analítica sería, probablemente, sustituida por reflexiones sobre criterios ontológicos, ontologías y propiedades dentro de esas ontologías. Por ejemplo, sería sustituida por reflexiones sobre los criterios usados para determinar si algo tiene existencia física o material, reflexiones sobre conceptos como: cuerpo, materia, energía, fuerza, etc. Por conceptos como: sistema, organismo, propiedad, etc. Teorizaríamos sobre un universo delimitado por ciertas propiedades o atributos, pero no sobre el todo. Las reflexiones serían sobre aspectos de ciertos universos delimitados por propiedades pero no sobre el todo.

Por otro lado, el concepto de dialéctica como explicación del cambio de la totalidad o de la mayoría de los fenómenos importantes no es aceptable para la filosofía analítica. Es aceptable la dialéctica como forma de indagación en la que a partir de argumentos y contra argumentos se puede llegar a perfeccionar la posición o a unificar posiciones. Sin embargo, no siempre esa forma de indagación tiene como resultado una posición que recoge las posiciones anteriores o erróneas, si es que con la palabra “recoger” se entiende que las acepta como válidas o las incluye como válidas. Otra cosa distinta es que en el proceso de indagación los errores hayan jugado un papel importante en la búsqueda de la verdad.

Algo parecido sucede con la idea de cambio y conflicto social. Para Hegel sólo forman parte del movimiento dialéctico aquellos conflictos en que las partes tienen visiones de sociedad completamente diferentes y se disputan el poder cada una para hacer real o mantener su visión. Pero no habría movimiento dialéctico si resulta que las partes enfrentadas tienen la misma idea de sociedad, sólo que quieren tener el poder y sólo una de ellas lo puede tener. La dialéctica, descrita como negación y negación de la negación, no le parece muy adecuada a la filosofía analítica. Si tengo P y niego P, la negación de esta última es equivalente a P con lo que no sucedería lo que afirma Hegel: que el estado posterior es superior al anterior, sino que el estado posterior será el mismo que el anterior. Así, pues, al menos en esa interpretación de la dialéctica, no tiene sentido ese juego. La negación en Hegel debe entenderse de otro modo a la negación lógica si bien no en todos los contextos. Por ejemplo, si Hegel considera que la negación de lo blanco es lo negro, ahí la negación no es equivalente a la negación lógica. La negación de lo blanco es lo no-blanco. En términos de la lógica actual: la negación de “A es Blanco” es “A no es Blanco.” Con lo último no se está afirmando que A sea negro, simplemente se afirma que no es blanco, sea lo que sea que fuere. La expresión más adecuada para la relación entre lo blanco y lo negro, lo frío y lo caliente, lo violento y lo pacífico, es “oposición.” La oposición incluye tanto casos de negación lógica como opuestos de otro tipo. Por eso mismo la idea de contradicción que tiene Hegel no siempre es equivalente a la contradicción lógica a veces simplemente se trata de la oposición sin más. En todo caso, no creo que los científicos estén de acuerdo en que todos los cambios sociales puedan entenderse como una sucesión dialéctica. Hay retrocesos en las sociedades, no siempre después de las crisis en una sociedad vienen tiempos mejores (al menos desde cierta perspectiva), la sociedad no avanza siempre hacia la equidad, la justicia, el mejoramiento de las condiciones sociales, la estabilidad política y económica. Eso parece ir en contra de una descripción dialéctica de la historia.

Pero aunque la realidad pudiera amañarse para ser leída como un conjunto de sucesiones dialécticas, la dialéctica no parece ser aceptable cuando es usada por Hegel para explicar el cambio de la realidad. Mejor dicho, podría aceptarse el concepto de dialéctica, pero éste no serviría para explicar los cambios, simplemente sería una forma de interpretar los cambios, no una causa del cambio. De todas formas, la realidad puede leerse (interpretarse) de formas no dialécticas. El estructuralismo, por ejemplo, tiene esa visión: no hay historia en el sentido del progreso, unas estructuras no engendran a otras, sino que estas ya existen, sólo que no se muestran, no salen a la luz sino cuando les llega su momento. No hay historia, sino estructuras que prevalecen sobre las otras en ciertos momentos o épocas.

Así, pues, la dialéctica como explicación del cambio es inaceptable, si bien es aceptable como una manera de interpretar ciertos procesos. La investigación sobre la totalidad es inaceptable al menos como Hegel entiende esa totalidad. La división del mundo entre Ser y Nada es carente de sentido. ¿Qué queda, pues, de la filosofía hegeliana? Bueno, para mí, lo rescatable de esa filosofía es la investigación de ciertas clases generales de objetos: los objetos físicos o mentales, los concretos y abstractos, en fin. La indagación en torno a conceptos generales de la física, la química, la biología, pero también de las ciencias sociales (en sentido amplio) y la psicología. La reconstrucción genética, o sea, explicar mediante su génesis ciertos conceptos, costumbres, instituciones, etc. Reconocer el cambio como hecho fundamental del universo y comprender que los hechos están interrelacionados, organizados, que forman un sistema.

7 comentarios:

Joseph Kabamba dijo...

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"de lo que no se puede hablar, hay que callar".

"Ser" es un trascendental.

Es una de las nociones que no se pueden pensar.

El conocimiento trascendental es superior, está más allá del pensar.

Hegel se equivocó y provocó las derivas del post-hegelianismo.

Sin embargo, atinó cuando nos propuso ir más allá del pensar. Pero su método dialéctico no bastó para dejar atrás el monismo.

Wittgenstein se dio cuenta. Se calló. Pero Anscombe supo que se puede ir más allá.
Es el giro posterior de la filosofía analítica.

Amigo Sancho, para ese viaje no necesitamos tales alforjas…

Atentamente,
Joseph Kabamba

Germán Valencia dijo...

A los que lean la entrada, quiero que por favor hagan caso omiso de lo que digo sobre el estructuralismo, pues no es exacto. El punto es, sin embargo, que es posible concebir la historia NO como el paso de un estado inferior a uno superior, sino como el cambio o la transformación de una estructura en otra, una estructura distinta, no mejor ni peor, no más evolucionada o menos evolucionada, sino otra. Es posible interpretar la historia así y, por supuesto, no sería una interpretación dialéctica de la historia.

Germán Valencia dijo...

A mi amigo Joseph. Creo que ha llegado el momento de discutir en torno a ciertas preguntas. La primera, si hay una realidad más allá que esta que conocemos. La segunda, si a esa realidad tenemos acceso por medio de una facultad distinta de los sentidos y el pensamiento. Tercero: sobre qué bases racionales podemos estar seguros de que esa realidad y esa facultad se dan en realidad y no son producto de nuestra imaginación y del poder de nuestras emociones y sentimientos.

Germán Valencia dijo...

En cuanto a Witttenstein... El Wittgenstein del Tractatus diría que de lo que no se puede hablar lo mejor es callar. O sea, si Hegel estaba intentando hablar de algo más allá se equivocó según este Wittgenstein. Pero el Wittgenstein de los juegos del lenguaje, en el que se basa la señora Anscombe, consideraría que sí es posible hablar sobre eso, pero en un juego del lenguaje muy distinto del que se practica en la ciencia y en cierta manera de hacer filosofía.

Joseph Kabamba dijo...

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En efecto, apoyándose en el segundo Wittgenstein la filosofía analítica ha tenido una renovación pragmatista que permite hablar de los trascendentales.

Contesto a sus preguntas.

1. La realidad no es monolítica, sino plural. Y no en el mismo plano.

2. Cada tema se alcanza con su método. A las realidades trascendentales no se accede con los sentidos o con el pensamiento.
Se accede con lo que, prosiguiendo la distinción clásica entre "ratio" e "intellectus", Polo llama "Intellectus ut co-actus", y que desgina a la persona. Es un conocimiento "personal" o "trascendental".

A lo largo de la historia, otros "han pensado" los trascendentales. Si lo hicieron, y lo hacemos, es porque tenemos un conocimiento "personal", más profundo, que lo permite.

3. Pide usted "certeza", como Descartes. Pero el conocimiento de los trascendentales no es un juego matemático.

De ahí el largo camino que debe realizar la filosofía analítica para alcanzar lo que está a nuestro alcance. Por eso utilicé la expresión quijotesca : "Amigo Sancho, para ese viaje no necesitamos tales alforjas…".

Cuando vemos, vemos.
Cuando pensamos, pensamos.
Cuando conocemos los trascendentales los conocemos.
Quien lo consigue es filósofo.

En la filosofía "se cae": es la admiración.

Perdone, Germán, si he respondido abruptamente.

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Germán Valencia dijo...

Mi querido Joseph. No conozco el pensamiento de Leonardo Polo y no sería justo discutir con él teniendo en cuenta que nada sé de su pensamiento. Es con usted, mi querido Joseph, con quien deseo discutir. Ahora, si algunas de las ideas de Polo son también sus ideas, le agradezco me las explique para que pueda comprender aún más. Ahora, discutamos el asunto que le propuse. Quisiera responderle con un contraejemplo. Digamos que yo creo en una realidad que llamo "Soid" y que usted me pregunta qué es, dónde está, cómo es, qué características o propiedades tiene y cómo sabemos que Soid no es un producto de mi imaginación sino que existe en realidad. ¿Qué me diría usted si yo le dijera: No se puede acceder a Soid ni con el pensamiento ni con los sentidos, sino con una facultad llamada Suon, que también está más allá del pensamiento y de los sentidos? ¿Es más, para poder acceder a él usted tiene que ir contra los límites que impone el pensamiento? ¿Qué me respondería usted? Tal vez usted me diría que Soid es el mismo Dios, pero si yo le dijera que no, que se trata de otra entidad y que su distinción con Dios sólo puede establecerse cuando usted experimenta a Soid primero y luego a Dios ¿qué me diría usted? Esa forma de argumentar mi querido Joseph permite el ingreso de cualquier tipo de facultades y de entidades y no creo que usted esté dispuesto a poblar nuestro querido universo de unicornios, pegasos, soids, suons, etc.

Joseph Kabamba dijo...

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Cuando un joven se da cuenta de que el mundo "existe", está ejerciendo lo que la filosofía clásica llama hábito de los primeros principios. Es un hábito innato que todos tenemos, como el hábito de sindéresis y el hábito de sabiduría.

Estos hábitos superiores no tienen su sede en la facultad llamada inteligencia, sino en otro nivel superior que los clásicos llaman "noús" para distinguirla del "logos".
Esta "distinción", perdida con el nominalismo del s.XIII y no recuperada en la modernidad, es reencontrada, por ejemplo, por Heidegger cuando nos habla del olvido del "ser".

Las realidades que son solamente sensibles, se conocen por los sentidos.
Con la imaginación, sentido interno, podemos "imaginar", pero no pensar.
Con el pensamiento conocemos los objetos pensados.
¿Cómo conocer que conocemos si el conocer, el "acto" de conocer, no es un "objeto"?

La "noción" de conocer sí es un objeto. Pero el "acto" de conocer no es un "objeto".
Un perro pensado no muerde.

No se trata, claro está, como bien señala usted, de inventar entes (dése cuenta que ése es el argumento nominalista de Ockam). Se trata de conocer mejor la realidad.

Polo es un filósofo que enseña a amar a los clásicos y a descubrir lo bueno de cada filósofo, pues la filosofía avanza en la historia, aunque los que amamos la filosofía no sepamos situarnos en nuestra altura histórica.
Fue mi amigo Ricardo Yepes Stork quien me indicó que necesitábamos maestros. Nunca le agradeceré bastante el que me acercara a don Leonardo.
Atentamente. Joseph Kabamba

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