Miguel De Zubiría es uno de los psicólogos más
reconocidos de Colombia, director de la fundación Alberto Merani y del colegio
que lleva el mismo nombre. Sus logros en ambas instituciones son notables. Con
franqueza admiro el espíritu, la iniciativa y las buenas intenciones del
profesor De Zubiría quien con su trabajo ha intentado motivar a los profesores
colombianos no sólo a que lean mejor, sino a que enseñen a leer mejor. Me parece
que una forma de agradecer sus esfuerzos es someter a prueba el que puede ser
su aporte más importante a la pedagogía colombiana: la teoría de las seis
lecturas.
Esta
teoría, al menos para el público en general, se expone en dos tomos. El
primero, Mecanismos del Aprendizaje Semántico, trata de las operaciones de
lectura que deben inculcarse en el pre-escolar y la primaria; el segundo, Cómo
Enseñar a Leer y a Escribir Ensayos, se concentra en las que deben ser
desarrolladas en el bachillerato y la universidad. A continuación expondré
grosso modo las ideas principales de la Teoría tal como aparece en dichos
tomos.
Según
el profesor De Zubiría, hay seis tipos de lectura, a saber: i) la lectura
fonética, que consiste en traducir los grafos a fonemas y agrupar estos en
sílabas y palabras; ii) la decodificación primaria, que trata de descubrir el
concepto asociado a una palabra en un determinado contexto, iii) la
decodificación secundaria, cuyo objetivo principal es captar el significado de
las frases totales, o sea, las proposiciones; iv) la decodificación terciaria,
que consiste en desentrañar las relaciones que se dan entre las
macroproposiciones; v) la lectura categorial, que consiste en
captar la estructura semántica de ensayos y textos de mayor complejidad; vi) la
lectura metatextual, que consiste en relacionar el texto con otros textos, con
el autor y su circunstancia histórica.
Cada
una de las lecturas involucra una serie de operaciones o mecanismos básicos que
el profesor De Zubiría expone con cierto detalle, aunque se concentre sólo en
cuatro de las lecturas. En la
Decodificación Primaria se ponen en juego la recuperación léxica, la
contextualización (inferir el significado de una palabra según su contexto), la
sinonimia (reconocer el significado de una palabra mediante un sinónimo) y la
radicación (inferir el significado de una palabra a partir de su estructura
interna). En la Decodificación Secundaria
las operaciones son la puntuación (separar las oraciones del texto apelando a
su puntuación), la pronominalización (identificar pronominalizadores y
reemplazarlos), la inferencia proposicional (reconocer las proposiciones detrás
de las oraciones), la cromatización (reconocer los grados de compromiso o de
adhesión a la verdad de las proposiciones). En la Decodificación Terciaria las operaciones consistirán en la
extracción de macroproposiciones, de la estructura semántica y en la modelación
o representación gráfica de todo ello. Finalmente, en la Lectura Categorial los mecanismos son el análisis
elemental (descomponer el texto en sus macroproposiciones), la síntesis elemental (elegir la tesis entre
las macroproposiciones), el análisis guiado por síntesis (verificar la tesis
comparándola con las otras macroproposiciones una por una), la síntesis guiada
por el análisis (tomar la tesis y determinar las conexiones que tiene con las
otras macroproposiciones) y por último graficar la estructura semántica del
texto. Ese es, en resumen, el contenido
de los dos libros en los que se expone la teoría.
Las
críticas que podrían hacérsele son de diversos tipos. Podría, por ejemplo,
criticársele el que presente las operaciones de lectura como si debieran ser
aplicadas a cualquier texto en el orden en el que son expuestas. Sin embargo,
el profesor De Zubiría nos advierte que las operaciones se dan de formas
simultáneas y que no es posible dar preferencia a alguna de ellas o establecer
un orden estricto en el que deban ser aplicadas.
También
podría criticársele las distinciones oración-proposición, términos
generales-conceptos, por apelar a entidades altamente cuestionadas en la filosofía de hoy en día. Es posible, sin embargo, conservar lo esencial de la
teoría sin invocar aquellas problemáticas entidades. La alusión a
proposiciones, conceptos y demás se vería tan sólo como una forma de hablar,
sin implicaciones ontológicas serias.
Podría
cuestionársele la dependencia del esquema Sujeto-Cópula-Predicado usado en
muchos de los análisis de frases u oraciones llevadas a cabo por el profesor De
Zubiría, sobre todo cuando intenta ilustrarnos en qué consiste la
Decodificación Secundaria. Cabe, sin embargo, interpretar esa parte en términos
lingüísticos y no en términos lógicos. Si ello es así, el esquema podría
parafrasearse mejor como Sujeto-Verbo-Complemento, en donde el sujeto podría
estar implícito y el complemento no existir o ser más de uno.
En
cambio, rechazo el que se pueda tomar la puntuación como criterio de separación
proposicional, mejor dicho, no acepto la convicción de que la frase que viene
antes de cada punto represente una sola proposición. Aunque en varias partes de
su obra el profesor De Zubiría parece abrir la posibilidad de que haya más de
dos proposiciones recogidas en una misma frase, lo cierto es que los ejemplos
de análisis que presenta en su ilustración, por ejemplo, de la Decodificación Secundaria, demuestran
esa convicción. Y esa convicción, a su vez, va en detrimento del análisis mismo
ya sea tergiversándolo o dificultándolo. Me parece que su problema aquí es que
confunde lo lógico con lo lingüístico. En efecto, aunque entre puntos pueda
haber una sola oración -simple o compleja- lo cierto es que desde la lógica ese
es un hecho completamente irrelevante. Dos oraciones pueden decir lo mismo, una
oración puede ser descompuesta en dos o más "proposiciones" en fin.
De nuevo, aunque todo esto parece concederlo el profesor De Zubiría, en sus
análisis no aparece reflejado.
Por
otro lado, creo que algunos de los ejemplos de aplicación de su teoría, que
ofrece en el segundo tomo de su obra, fuerzan demasiado los textos para
acomodarlos a las dos únicas estructuras a las que da peso: estructuras
argumentales y derivativas. El resultado de ello es la presentación de algunas
afirmaciones como tesis o argumentales, cuando el sentido común indica que no
lo son. Veamos, por ejemplo, el análisis que hace De Zubiría del siguiente
texto de Federico García Lorca:
“1)
El estado de inspiración no es el estado conveniente para escribir un poema. 2)
El estado de inspiración es un estado de recogimiento, pero no de dinamismo
creador. 3) Hay que reposar la visión del concepto para que se clarifique. 4) No
creo que ningún gran artista trabaje en estado de fiebre… 5) Se vuelve de la
inspiración como se vuelve de un país extranjero. 6) El poema es la narración
del viaje. 7) La inspiración da la imagen, pero no el vestido. 8) Y para
vestirla, hay que observar con ecuanimidad y sin apasionamiento peligroso, la
calidad y sonoridad de la palabra.”
Según
Zubiría la idea 1 es la idea principal, 2, 3, 4, 5 y 8 son argumentales, 6 y 7 son quizás posibles definiciones.
Veamos
ahora qué nos dice el sentido común. Parece que el principal propósito del
texto es hacernos una recomendación, a saber: “no escribir un
poema en el estado de inspiración, sino en un estado de calma y reposo después
de la inspiración” Ahora ¿qué justificación nos da para ello? Pues que en el
estado de inspiración las ideas están desordenadas (alusión al país extranjero),
no se tienen las cosas claras (alusión a la clarificación), no se puede
observar con ecuanimidad, sin apasionamiento (última frase). Y por eso mismo lo
mejor es esperar a que uno esté reposado, a que las cosas se clarifiquen, pues
ese es el estado más conveniente para escribir, como saben todos los buenos
artistas. Todo esto está repartido en las frases del texto.
Según
este análisis la idea 3 no sería un argumental sino parte de la tesis principal. La
idea 6 no sería una definición, sino una analogía mediante la cual Lorca mostraría que el Poema (La narración) es lo que se hace después de la inspiración
(del viaje). Nuevamente aquí aparece la recomendación. La
idea 8 no sería tampoco un argumental, seguiría siendo la misma recomendación del
principio: hay que observar tranquilos, sin apasionamientos, después de la
inspiración para escribir el poema, etc.
Entonces
¿dónde están los argumentales? Los argumentales no están explícitos. Están
entretejidos, se los puede inferir a partir de las otras frases, así que no
tiene mucho sentido señalar en ese texto cuáles son exactamente los
argumentales. Para mostrarlos se debe escribir frases aparte, se debe
hacerlos explícitos, pero
pareciera que De Zubiría no ve nada de esto por la insistencia en que tiene que
haber en el párrafo una oración que exprese la idea principal
(macroproposición), que las que no son ideas principales tienen que ser o argumentales
(de la principal o de otras subargumentales) o definiciones. Una
idea principal puede no estar en ninguna de las frases del párrafo, puede estar
implícita, repartida entre varias oraciones, parafraseada varias veces en el
mismo párrafo. Una idea secundaria no necesariamente tiene que dar soporte a
una idea principal o a otra idea. Y así el análisis del texto no podría darse tal cuál De Zubiría nos recomienda.
Especialmente confuso me parece el concepto de proposición argumental, clave en la teoría de De Zubiría. Si atendemos al nombre, las argumentales serían proposiciones que dan soporte a otras ideas, a las macroproposiciones, pero en la forma en que De Zubiría habla de ellas en sus análisis, pareciera más bien que son simplemente proposiciones que están en función de otras proposiciones, aunque no necesariamente como soporte. Pero si un argumental es esto último, hasta las definiciones serían argumentales, y creo que esto sería inaceptable para De Zubiría.
Creo
que todos estos problemas dentro de la Teoría de las Seis Lecturas se deben a
la ya mencionada confusión entre lo lógico y lo lingüístico. Personalmente creo
que a ella le conviene más ponerse del lado de lo lingüístico, pues las
relaciones lógicas entre proposiciones parecen ser indiferentes a las
intenciones del hablante y son estas intenciones las que determinan, en un
texto, qué idea puede ser la principal y qué tipo de relaciones tiene con las
otras ideas. Nótese por ejemplo cómo la relación de dependencia entre ideas (proposiciones
u oraciones) puede cambiar de una a otra en frases diferentes.
1)
La gasolina se acaba, por lo tanto, los coches dejan de moverse, los aviones no
vuelan, etc.
2)
Los coches han dejado de moverse. Esto ocurre porque la gasolina se ha acabado.
En el ejemplo número 1 la frase “los coches dejarán de moverse” es una consecuencia de la primera. Si hiciéramos un listado de consecuencias todo giraría en torno a “la
gasolina se acaba.” Pero en el ejemplo 2, “la gasolina se ha acabado” está en
función de explicar por qué los coches han dejado de moverse, que es la idea
sobre la cuál gira. Así, pues lo que era secundario en la primera, pasa a ser
principal en la segunda. Todo esto es un asunto que trasciende la lógica
estricta. En la siguiente secuencia de oraciones:
"Si la gasolina se acaba, los coches dejan de moverse. La gasolina se acaba. Por lo tanto, los coches dejan de moverse."
Está
claro que "los coches dejan de moverse" es la idea principal y es, además, la conclusión de un argumento deductivo válido con dos premisas. Pero el lenguaje
es versátil y prácticamente las mismas ideas pueden usarse para componer
párrafos donde una u otra de ellas puede hacer las veces de idea principal y las otras, incluso, no estar en una relación con ella de premisa-conclusión. Nótese por ejemplo como cambia la situación si decimos:
"Es evidente que la gasolina se acaba. En efecto, los coches han dejado de moverse y esto sólo ocurre si la gasolina se acaba."
El texto toma el que los coches hayan dejado de moverse como un indicio de que la gasolina se acaba, mientras que la oración condicional se toma como explicación de por qué tiene sentido tomar eso como indicio. Con todo, no puede hacerse del todo la lógica a un lado porque inferir las macroproposiciones de un texto, implica ser capaz de reconocer el contenido principal, es decir, las proposiciones centrales. Y si estas no están explícitas o están repartidas en varias oraciones del texto, debe hacerse un trabajo de extracción en el que necesariamente las proposiciones deberán ser tenidas en cuenta.
"Es evidente que la gasolina se acaba. En efecto, los coches han dejado de moverse y esto sólo ocurre si la gasolina se acaba."
El texto toma el que los coches hayan dejado de moverse como un indicio de que la gasolina se acaba, mientras que la oración condicional se toma como explicación de por qué tiene sentido tomar eso como indicio. Con todo, no puede hacerse del todo la lógica a un lado porque inferir las macroproposiciones de un texto, implica ser capaz de reconocer el contenido principal, es decir, las proposiciones centrales. Y si estas no están explícitas o están repartidas en varias oraciones del texto, debe hacerse un trabajo de extracción en el que necesariamente las proposiciones deberán ser tenidas en cuenta.
Francamente
me parece que no puede encontrarse una técnica, un método para leer mejor. En
mi opinión, algunos de los ejercicios planteados en la teoría de las seis
lecturas son útiles y pueden aplicarse con éxito, pero no en todos los casos y
no con todos los textos. El uso de nuestro lenguaje va más allá de los asuntos
meramente informativos, está conectado con nuestras formas de vida, con nuestra
comprensión del otro. Por eso, cómo llegamos a leer bien puede tener que ver a
la larga con una cuestión más fundamental: cómo llegamos a comprender al otro.
Y la historia de cómo llegamos a ello puede ser bien complicada, lo mismo que
la pretensión de construir una técnica que nos haga mejores en ese sentido. Creo
que la construcción de esa técnica es inviable, aunque hacer un ejercicio aquí
y otro allá sea útil para desarrollar nuestras capacidades. Quizás sea ese el
verdadero objetivo del trabajo de De Zubiría y, siendo ello así, no habría nada que reprochársele.
2 comentarios:
Este mètodo aplica para lectura acadèmica
La lectura precategorial NO es la misma categorial... Lo invito a leer la versiòn 2001
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